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La cara oculta de los productores fantasma

El negocio de los productores fantasma es un convenio en el que el productor compone una canción para otro artista que la publica bajo su nombre. Dichos productores reciben una cantidad en la forma de regalías o bien un pago único por su trabajo.

Existe la idea equivocada que las producciones fantasma sólo existen en la escena de música electrónica, porque es el género donde la práctica se lleva más a cabo. Pero, las producciones fantasma han existido por muchos años prácticamente en cada género musical que atrae una gran masa de audiencia.

En la escena EDM, las producciones fantasma están sujetas a una gran crítica y connotaciones negativas, pero es de alguna manera única en este aspecto. Los críticos describen a los DJs que usan los productores fantasma como ausentes de integridad o que engañan a sus fans. Pero, también hay varias partes positivas que normalmente se quedan fuera de la discusión.

Hay que mencionar que muchos productores con talento prefieren quedarse fuera a lo que es ser un DJ reconocido internacionalmente y prefieren quedarse encerrados en su estudio produciendo música. Todos sabemos que ser un DJ reconocido internacionalmente implica ciertos sacrificios que no vemos. Por su lado, ser productor fantasma ofrece a éstos un lugar en el que poder ganarse la vida a cambio de hacer lo que aman, hacer música.

Incluso, para productores que quieres hacer la transición a ser DJs grandes masas alrededor del mundo, ser ghost producer les ayuda a expandir su red de contactos en la industria musical. Muchos sellos discográficos ignoran a DJs prometedores que no tienen conexiones en el medio.

Es importante entender el impacto positivo la calidad de la música que la gente escucha. En la escena EDM solamente, grandes temas utilizados como himnos así como canciones que definen un género, existirían sin la contribución de los ghost producer. Y esto puede aplicarse al resto de géneros musicales.

Un detalle curioso es que Mozart componía sinfonías para la gente rica. Así que podemos decir que ser productor fantasma no es tan malo como mucha gente pueda pensar.